¿Cómo manejar las conductas que nos molestan de los otros?

Los expertos denominan: alergénicos sociales, a aquellas personas que tienen conductas molestas, ya sea por preguntar cosas que están fuera de lugar, meterse en temas que no le competen o por tener actitudes que generan una incomodidad. Estas personas, los alergénicos sociales son por lo general personas que con sus comportamientos brindan una molestia a las personas que los rodean, generando básicamente incomodidad.

No todas estas actitudes se observan enseguida, sino que a veces se ven luego de compartir tiempo prolongado con ellos, aunque en el caso de algunas si se pueden observar casi que al instante.

Cómo manejar las conductas que nos molestan de los otros

 

¿De dónde proviene alergénico? De que al igual que en el caso de las alergias, la repetición de estas actitudes es lo que termina generando una molestia en si, ya sea por esa pregunta desubicada, un gesto grosero, una mala actitud, una risa fuerte, todo es parte de lo mismo.

Según Michael Cunningham, quien es profesor en la “Universidad de Louisville” (Estados Unidos) y estudio este fenómeno durante 15 años, existen varios tipos de alergénicos sociales:

El primer tipo es el que tiene hábitos groseros: por lo general estos hábitos son intencionales, pero no van en dirección a alguien particular, por ejemplo si se grita mientras se está hablando por teléfono mientras se está en un lugar público o se mastica chicle groseramente. Según explica Cunningham : «La persona no está pensando en ti, pero su comportamiento te afecta”

El siguiente tipo es el que tienen acciones egocéntricas: estas acciones sí van dirigidas a alguien pero no son intencionales, un ejemplo claro es cuando un amigo llama por teléfono a otro y habla 1 hora, siendo que le había dicho que era una llamada de 5 minutos.

También aquellas personas que violan la ley, como las personas que manejan y hablan por celular a la vez, o las personas que cuentan sobre el desenlace de una película. Este tipo de personas suele ser la que más molestia generan, ya que esta acción es dirigida a alguien en particular e intencional. Una pregunta clave sería: «¿De verdad te vas a comer todo eso?», no queriendo hacer sentir mal al otro, pero haciéndolo igualmente.

En las relaciones de pareja también pueden existir las alergias sociales, las cuales se comienzan a mostrar pasados los 3 o 6 meses desde que comienza la relación, esto siempre va a depender de la cantidad de tiempo que se comparta junto al otro. En un inicio todo se ve bien, todo es “color de rosa” pero cuando la cosa se comienza a tornar más estable es común que la pareja se ponga más relajada. Según expresa Cunningham: «Comienzan a mostrar sus comportamientos más irreflexivos, agresivos y desviados»

En algunos casos estos alergénicos sociales pueden empeorar vínculos, siempre va a depender del tiempo que pasemos con esas personas o de cuantas veces repite esa actitud molesta. En algunos casos se necesita la ayuda de un profesional porque esta alergia se pone más y más complicada.

Según recomienda Cunningham, en los casos en donde sentimos alergia por dichas actitudes que nos molestan y nos hacen sentir mal, lo primero que debemos hacer es cambiar nuestro propio comportamiento, y esto es debido a que todas las personas hacemos y nos hacen cosas molestas.

El camino más fácil sería el de la evitación, aunque obviamente no es tan fácil como se cree y además no siempre es posible. Existe una forma y es el hablar con esas personas, siempre de una forma agradable con amabilidad y pedir que traten de no realizar esos gestos que tanto nos molestan.

Siempre lo mejor en todo caso es controlarlo uno mismo, tratar de controlar la molestia y no dejar que nos afecten estas actitudes. Para finalizar, un ejemplo claro es el de Michael Allen, quien es un escritor que tienen 44 años de edad y vive en Florida (Estados Unidos). Este señor realmente pudo  propiciar un cambio, y hacer de esa alergia social una broma. El caso es que su mamá lo llamaba por teléfono y le decía que lo único que deseaba era escuchar su voz, aunque, acto seguido hablaba media hora sin parar. En un momento Allen le dijo a su madre: «Mamá, ¿no te parece que si me llamás para escuchar mi voz, me tendrías que dejar hablar por lo menos un poco?», con esta actitud logró que la madre se comience a reír y desde ese momento, antes de cortar el teléfono, la madre le pregunta: «¿Hay algo que quieras decirme antes de que corte?».