¿Porque no es bueno ser impulsivo?

Tener reacciones exageradas puede llevar a que la persona sea intolerante y además hace que se vea incrementada la violencia.

¿Le pasa que se exaspera y eleva la voz mientras espera en una cola, o que lanza insultos y hasta en algunas ocasiones intenta golpear al otro en situaciones que no puede controlar?

Es triste pero cierto que las reacciones exageradas, que son con agresión y descontroladas se han convertido en una forma de dar resolución a los problemas cotidianos, se elige responder de una forma impulsiva, que a su vez fomenta la agresividad, y que lo peor de estas situaciones es que muchas veces no corresponden a la magnitud de los sucedido.

Porque no es bueno ser impulsivo

 

Ser impulsivo corresponde a un comportamiento, a un rasgo de personalidad el cual lleva a que la persona accione y hace que esta se mueva de una forma rápida y con potencia, en situaciones que no tolera, que son de emergencia, o que piensa que no van con sus propios intereses y que le afectan directamente sobre si mismos. Si lo leemos bien podemos ver que a veces es un “algo positiva”, pero en realidad esta se puede convertir en una forma de comportarse disfuncional, ya que la intensidad con la que se da y la cantidad de veces que se presenta, sumando los factores que la desencadenan hacen que se de así.

Cuando tomamos la impulsividad como una forma habitual de reacción por lo general nos lleva a tener varios problemas, a sufrir de intolerancia, tensión, violencia, y a tener malas relaciones, es decir que no conduce a algo positivo para nadie.

Estas conductas no solo vienen de parte de los adultos, sino que a veces los niños también las adoptan en forma de rabietas, conductas desafiantes, exagerando sus conductas, mostrando la frustración cuando pierden en un juego, o cuando los padres no le dan de forma inmediata lo que ellos quieren. Esto resulta preocupante, ya que en la infancia es precisamente cuando debe ser controlado.

La intolerancia corresponde a varios factores, el principal de ellos es que la persona no puede reprimir sus impulsos, no puede dejar de tener carácter impulsivo y cuenta con muy poca tolerancia a la frustración.

Igualmente, esto puede darse por estrés al que estas personas están sometidas, la forma de vivir y donde vive, contar con poco respeto con el otro y poca empatía, maltrato, y contar con una real dificultad para poder acatar las normas y límites sociales.

Existen algunas pautas para no perder el control, algunas de estas son:

  • Comenzar a hacer que nuestras reacciones sean voluntarias y conscientes, primero reflexionar observar, y hacer un análisis de las consecuencias que va a traer la reacción y ver cuál es la mejor forma para responder, que sea de una manera más tranquila que la habitual.
  • Utilizar el método llamado “demora forzada”: esto significa que es conveniente tomarse un tiempo para dar la respuesta, antes de lanzar una respuesta de forma impulsiva.
  • Repetirse a sí mismo como si fuera un mantra: “contrólate”, “no es para tanto”, “tranquilízate”, y repetirlas varias veces.
  • Buscar estrategias para relajarse ante situaciones que son estresantes y pueden desatar la impulsividad.
  • Tratar de identificar cuáles son las sensaciones que siente internamente cuando se está por dar la impulsividad, es decir: comenzar a apretar los dientes, o dolor de cabeza intenso, cuando estamos por “explotar” y reaccionar impulsivamente. Cuando estamos en este estado podemos aplicar las estrategias de relajación.
  • Es bueno también contar con ayuda psicológica cuando ya vemos que esto es parte común de nuestra vida, y nos está afectando en muchos niveles, cuando vemos que es difícil para nosotros controlarlo por más que nos esforcemos.