La muerte súbita se define como un evento que no es traumático ni violento, totalmente inesperado, y por lo general como consecuencia de un paro cardíaco repentino en una persona sin afección cardiovascular previa y posterior a no después de seis horas que testigos hayan observado a la persona con salud totalmente normal.
La incidencia de muerte súbita es de aproximadamente 1 en 1.000 por año en todo el mundo. La incidencia de muerte súbita es paralela a la incidencia de cardiopatía isquémica, pero la incidencia máxima aparece más temprano, a los 45 años.
Causas de muerte súbita
La actividad deportiva en adolescentes y adultos jóvenes se asocia con un mayor riesgo de muerte súbita, causada principalmente anomalías cardíacas congénitas por pre-existentes y se deben sobre todo a síndrome de muerte súbita arrítmica (SADS). En adultos cobra relevancia el riesgo asociado con la cocaína.).
Otras causas relevantes son:
- Canalopatías iónicas: Síndrome congénito de QT largo (SQTL), síndrome de Brugada, etc.
- Cardiopatía cianótica: Tetralogía de Fallot.
- Arritmias cardíacas: Síndrome de Wolff-Parkinson-White.
El diagnóstico diferencial
Para catalogar un fallecimiento como muerte súbita siempre hay que descartar ciertas entidades que pueden dar un cuadro clínico más o menos similar:
- Infección séptica debida a meningitis, encefalitis, etc.
- Epilepsia.
- Embolia pulmonar.
- Hemorragia intracraneal
Prevención
La pre-selección de jóvenes deportistas de competición para realizarse un ECG de 12 derivaciones (además de la historia y examen físico) ha sido recomendado en Europa y los Estados Unidos.
La detección de anomalías cardíacas estructurales, tales como la miocardiopatía hipertrófica, miocardiopatía dilatada, etc. deben llevar a un tratamiento que reduzca considerablemente el riesgo de muerte súbita.